En el ocaso aflora en espiritu el fantasma de mi mismo, preparado para transfigurarse en un ritual agonico y exhaustivo del que traslada su intangible figura abstracta hacia el plano de una nueva forma de comunicacion; la raiz del deseo por exhibirse se desenvuelve entendiendo, de la curiosidad, la necesidad de la expresion poetica del ser, -y en este caso, para usufructuar el nacimiento de la creacion, se concreta una especie de poiesis que eyacula en lo virtual- y brota un nuevo espectro del fantasma desde los pantanos de este cerebro hasta sus redes interconectadas igual de pantanosas, pero ajustadas a la maquina virtual, menos demoniaca que el plano mental. El reflejo habitara bastardo el incierto olvido, condenado por la naturaleza de su fantasma hermitaƱo y bipolar, pero quedara para su dicha algo de registro en posibles noches de ocio y extremo aburrimiento que sera almacenado aca. De eso depende realmente este nuevo puerto cibernetico: que al fantasma le pique el bichito de ponerse disfraz y bailar frente un publico vacio.